domingo, 22 de febrero de 2009

Armarios, cajones y trapos viejos

Por Carlos Alberto Pérez Aguilar


Me despierto todas las mañanas y veo a un lado de mí, justo enfrente de una lámpara robada a mi madre las fotografías de mi familia. Abrazados, sonriendo, brindando por Navidad o por año nuevo, quizás un cumpleaños, irónicamente no recuerdo la fecha, solo sé que festejamos algo.

Detrás de las fotos varias postales de distintos lugares, un conejo de peluche, un libro regalado y más fotos que permanecen allí, con distintos rostros, cuerpos, distintas etapas.Me levanto después de apagar el despertador que ha resistido a mis corajes de madrugada, de tarde cuando el calor no permite dormir, aquel que se empeña en contar los minutos que pasan y que no regresan. Siento que mi despertador se ríe de mí cuando no lo escucho y se me hace tarde por quedarme dormido, cinco años de contarme el tiempo de conocer mis más profanas noches y he notado que muchas veces se empeña en mover sus manecillas lentamente tan sólo para perpetuar mis angustias.

Cuando estoy contento se apresura, creo que en esos momentos también se burla y desahoga el coraje después de que mis golpes le han amputado, las patitas, una perilla y el segundero. Después de apagarlo busco en el armario la ropa que me pondré, no hay modas, siempre ha sido igual y más de seis camisas se parecen, los pantalones son iguales. Camisas cuadradas, lisas y playeras deportivas; cinturón café con botines cafés, de preferencia jeans azules… con todo quedan. ¿Por qué ayer que compré ropa no compré algo diferente? Me justifico en la costumbre, en la comodidad, tengo tanta ropa que ya no uso pero que no puedo tirar. Recuerdos, más recuerdos. Hay unas que ya no me quedan, hay otras que me gustan pero que nunca me pondré, mi armario es un desorden, quien entienda de psicología me puede explicar por qué.

De entre la ropa aparecen dos guitarras todos los días, una eléctrica y una acústica, hace más de tres años que no toco. No tienen cuerdas pero todos los días aseguro que en la tarde le pondré las cuerdas que le faltan. Por el momento creo que son adornos y que alguien preguntará ¿tocas?, nadie lo ha hecho hasta el momento.

De uno de los cajones, al abrirlo saltan mis calcetines, calzoncillos, boxers y algunas medias que no recuerdo de quién son, una pequeña toalla que debo devolver y otra que todavía tiene arena de un buen día que pasé en la playa. Recuerdos, más recuerdos. Cuántas veces me he preguntado de quién es la dona para cabello que no hace juego en este espacio, cuántas veces me he preguntado por qué en este cajón conservo algunos envases vacíos de perfume, si llevo más de cuatro años usando el mismo, CK one.

Recuerdos más recuerdos, entro al baño, el gas se acabó, lo frío del agua hace que se me olviden los recuerdos de todas las mañanas. Salgo y al entrar veo la computadora y algunos libros sucios, todavía conservo algunos cuadernos de la primaria y los planos de lo que aseguraba sería mi casa, la maqueta se deshizo con los rayos del sol que casi todo el día entran por que no he puesto cortinas en mi cuarto, de aquel plano del puente que comunicaría el centro de Manzanillo con Las Hadas, atravesando el mar, para evitar quince kilómetros de trayecto, está ahora roto, un proyecto del pasado que se ha perdido.

Pero viejas cartas escritas por novias del pasado y amigas siguen allí, junto a unos recortes de periódico de cuando jugaba basketbol. A un lado, dos filas de periódicos que conservo como constancia de los trabajos que he publicado… me río un poco porque sé que El Comentario está ahora en Internet y no me imagino llegar a alguna redacción cuando pida trabajo con los periódicos enteros para cuando me pregunten “¿Qué has publicado?” aunque confieso que ya lo hice.

Recuerdos más recuerdos, al cerrar la puerta de mi habitación quedarán allí, para mañana, para pasado. Mi reloj sé que es fiel y se ha aferrado por la costumbre, mis ropas cambiarán, quizás pero siempre preferiré las camisas azules y los pantalones de mezclilla. La toalla tendrá que esperar a regresar con su dueño y la arena en el cajón permanecerá allí por unos años más, puede que la confunda con polilla pero me traerá recuerdos, las fotos las ocultaré por días, luego las devolveré a su lugar, mi buró.

Los periódicos, las guitarras y los planos siempre me recordarán qué es lo que he hecho y lo que he dejado de hacer… Así es esto de los recuerdos y por mucho que trate de hacer limpieza… sé que seguirá algo allí que me haga recordar lo que soy, puede que el mismo hecho de limpiar el cuarto me recuerde algo… o a alguien.

No hay comentarios: