martes, 6 de julio de 2010

Prevención ahora, si no, ¿cuándo?


Carlos Alberto Pérez Aguilar

10 mil millones de pesos se tendrán que invertir para devolver a toda una ciudad su forma de vida y su dinamismo, todo esto, en gran parte, por falta de prevención.


Si bien esta cifra resultará intangible para la mayoría de los mexicanos, esta cantidad no valen ni peso por peso, las vidas que se perdieron en la Sultana del Norte tras el paso del huracán Alex, así como las vidas que se han perdido en todo el país por la falta de atención al tema de la prevención de desastres.

La naturaleza no tiene contemplaciones para nadie. La tercera ciudad más importante del país y la que es conocida como “la más rica de México”, sufre ahora por el impacto del huracán “Alex” que originó tras su paso un verdadero desastre social, pero no sólo eso, podría generar un colapso económico para esta urbe de 4 millones de habitantes.

De acuerdo a la versión del secretario de gobierno de este estado, Javier Treviño, el cálculo de los daños por “Alex” podrían rebasar los 10 mil millones de pesos, este presupuesto, por establecer márgenes de referencia, supera en casi 4 mil millones el presupuesto de egresos del Estado de Colima, serviría para ampliar de nueva cuenta el puerto en Manzanillo, es casi el doble del recurso que invertirá el IMSS en infraestructura hospitalaria, o en términos de inversión privada, representa la inversión que hará Telmex en todo el año para ampliar la cobertura de banda ancha en México.

Según lo ha establecido la Cruz Roja Internacional, si se tomaran en cuenta medidas para la prevención de desastre, los montos por el impacto de los fenómenos perturbadores se reducirían una cuarta parte, pero lamentablemente la prevención efectiva no representa para los gobiernos una prioridad.

Ante esta, tan repetida muestra de desinterés oficial, la Protección Civil debe establecerse como un tema de agenda familiar, de interés personal, una manera de responder a un sentido de autoprotección.

No se debe esperar más tiempo para tomar medidas que nos hagan como seres humanos menos vulnerables a los fenómenos naturales, que no avisan, o que en caso de ser pronosticados prefieren ser guardados en los consejos o comités de Protección Civil hasta el último momento para evitar alertas, "falsas alarmas", por el temor mismo a propiciar un pánico que deja entrever el miedo de las autoridades a reconocer que la población carece de información.

No debemos esperar a que más tormentosos visitantes como Alex, Wilma o Katrina nos tomen por desapercibidos. No debemos esperar a que más terremotos sacudan nuestras tierras sin tener siquiera mínimas medidas de prevención, huracanes y terremotos sólo por citar algunos factores de riesgo. Es momento de acción, es momento de prevenir por nuestras vidas y las vidas de nuestras familias; por nuestro patrimonio, por el patrimonio de todos que está en nuestras manos.

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