sábado, 13 de septiembre de 2008

Un buen amigo

Guillermo era un niño de 10 años que solía jugar con Mario algunas tardes antes de dormir, casi siempre estaba callado, envuelto entre la oscuridad de su cuarto que estaba en una de las orillas de una vieja casa, que primero había pertenecido a su abuelo y que ahora es propiedad de su Madre con la que vive solo pues su padre los abandonó cuando Memo era pequeño, cuando tenía tres años y los dejó por otra mujer con la que decía, vivía feliz.

Así creció Memo en un ambiente humilde y en una casa que colinda con el río que cruza la colonia España del centro de la ciudad de Colima. Guillermo era un niño muy tranquilo, nunca ocasionaba algún problema en la escuela, además que era estudioso, muy popular, hábil para el futbol, pero a la vez discreto tanto que sólo conversaba con los demás para decir hola y decir adiós, tan extraño era, que por eso se hizo acreedor del sobrenombre del Cua - cua, por parte de sus compañeros y amigos.

Nunca tenía miedo, se acostumbró a ser autosuficiente y cuando necesitaba de alguien Mario, su mejor amigo estaba ahí, fiel a su llamado, lo cuidaba como si fuera su hermano, se comprendían como los mejores amigos, creían y dudaban de las mismas cosas, nadie podía separarlos cuando estaban juntos, además tenían la misma edad.

Una noche que llovía, algunos rayos cayeron cerca de su casa, ocasionaron apagones en gran parte de la ciudad, Guillermo esperaba a su madre, pero como en algunas otras noches la espera era en vano, su madre no llegaría hasta día siguiente. Memo encendió una vela, caminó por un pequeño corredor y al final se encontró a Mario que le esperaba para entrar a su cuarto.

- Hola Mario, ¿Cómo estás? –preguntó Guillermo al ver a su amigo-

- Hola Memo, pues me imaginé que estarías solo así que vine acompañarte –respondió el Mario con la simpatía que le caracterizaba-

- Pues realmente estoy bien aunque me preocupa mi mamá, es la segunda vez que en la semana que no llega a dormir. – contestó el Memo con tono de preocupación, mientras, esperaba escuchar que se abriera la puerta o sonara el teléfono-

- No te preocupes tu mamá está bien, ¿quieres jugar? ¿quieres platicar?, no estés triste – añadió Mario al momento que abría la puerta del cuarto de Guillermo-

- Está bien, pero un ratito, porque estoy cansado y no me siento nada bien – dijo Memo que comenzó a platicar de todo un poco, de los niños de la escuela, de la niña que le gustaba, de la soledad que vivía en su casa y el miedo que tenía de no ser feliz, de no saber si quería a su mamá o si la odiaba por que lo golpeaba, tambuién decía que hubiera deseado conocer a su papá; se culpaba así mismo de la separación de sus padres cuando era pequeño.

Guillermo habló por más de una hora, hasta que le preguntó a Mario: -Oye Mario cuál ha sido el mejor día de tu vida – preguntó Guillermo por conocer algo de su amigo

-El día más feliz... fue el día que morí, ¿vienes? –respondió Mario al momento que extendió la mano que fue tomada por Guillermo.

El cuerpo de Guillermo días después fue encontrado en el río, pero su alma vive hoy en una casa de la España junto a la de Mario.

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